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Los dolientes
Somos aquellos en los árboles, los últimos amigos de las lágrimas y los masones olvidados del culto a los sueños. Vivimos desollados, vulnerables a la vida y departiendo entre risas los afectos y dolores. Sentir no es la manía, sino el camino.
Rindo pleitesía a los míos: en sus llamas y cruzadas, por la valentía de crear y dejar en las cosas su amor desmedido, por no callar y empujar contra las olas.
Me regocijo en el calor de quien va acompañado
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