top of page
La 
biblioteca
de 
Antínoo

Memorias

Aquí realizo cualquier comentario sobre cualquier libro. Una mención primordialmente fenomenológica, más que crítica.

​

La casa de los espíritus

IMG_20200407_194511_edited.jpg

Cuando la abuela de Alba murió, casi en un desvanecimiento angelical como el de aquella Remedios, la bella, tuve que acomodar a Plutarco -mi separador de aluminita- entre las páginas que demarcaban el  final de capítulo, subir a mi habitación cerrando tras mi paso todas las puertas y llorar su partida. Sin embargo, al momento en que la última de los Trueba llegó a aquel purgatorio femenino, de almas determinadas, y vivió la solidaridad luego de la tortura y la venganza, entonces hube de apretar mis dientes para contener el gemido. 

​

Esta es una historia diversa, cuya dimensión es abundante y rebosa cada uno de los cometidos en que me prepongo explicarla: es un relato fundacional de la génesis contemporánea latinoamericana, una narrativa aguda y deslumbrante de la historia nacional chilena, un evangelio de reivindicación femenina y un ejercicio literario seductor y coqueto en las fronteras del realismo y lo mágico.

​

Lo cierto es que se trata de un libro ideado para ser íntimo y empático, porque la desgracia, la familia, la maternidad, el amor y la costumbre son atemporales y puesto que los fundos, los desaparecidos, los hornos de leña, la dictadura, la religión y las montañas son denominadores comunes de la historia del continente latino. Porque al leer Las Tres Marías puedo pensar en Fredonia y al conocer los poderes de Clara clarividente evocar los rituales y amarres de Amanda La Bruja -en Caicedo-.

​

En definitiva, estoy convencido de que se trata de una lectura de certera recomendación, obra imprescindible del canon literario regional. 

Datos del libro

​

Autora:
Isabel Allende

Año:

1982

Editorial:

Debolsillo. Penguin Ramdom House

​

Puntos de vista

IMG_20200331_212101_edited.jpg
IMG_20200331_212143_edited.jpg

Datos del libro

​

Fotografía:
Tom Griggs

Año:

2019

Editoriales:

Angosta

Mesa estándar

Tragaluz

Esto es literalmente un desarrollo cultural. Por esto es que los promotores culturales, tomen el nombre que sea -editoriales, casas culturales, universidades, teatros, escritores, artistas...-, son relevantes para la ciudad: por el valor agregado que su trabajo aporta; ello es, la posibilidad de hacer suceder, o mejor, de construir, de una aparente simple imagen -de un guayacán, una casa abarrotada, un paisaje de montañas- un poema, un cuento o una metáfora; en últimas, una oportunidad de trascender el espacio a una noción de hábitat, territorio, comunidad, identidad e historia.

​

Podría reconocer este libro dese la particularidad de sus textos: la reivindicación femenina en Mujer montaña, la crítica al crecimiento urbano de García Villegas, lo íntimo en el espacio materno según Elkin Restrepo, también el agudo relato del ausente por Marcela Guiral o la conjetura asombrosa sobre unas escaleras de pasamanos amarillo que hace Luis M. Rivas; pero decido aproximarme a este trabajo resaltando su valor como patrimonio inmaterial y a su aporte en la interlocución inacabable por las visiones sobre nuestra ciudad y los elementos que definen su historia. 

​

Se trata a su vez de un mecanismo de integración, una apuesta al diálogo, en lo formal: imagen y texto; en lo sustancial: de múltiples personas (¿personajes?) con sus diversas y abundantes narrativas de ciudad.

​

En fin, este es un libro, que además de su valía artística -porque no me he detenido en el reconocimiento del trabajo fotográfico de Tom Griggs-, estética y literaria, importa tener en la biblioteca de tu casa, como No nacimos pa'semilla o El olvido que seremos, en cuanto un tomo incidente en la historia y la identidad de Medellín. 

​

Un saludo a sus editoriales y editores.

​

De su puño y letra

Este es un libro profundo, que a su culmen me produjo admiración por el hombre y el proyecto de país que encarnó C. Pizarro. También fue una historia cercana, un drama y una lucha íntima, de la cual, aún lidiando con los años dispares, me logro sentir parte activa. Porque el legado de las grandes y plausibles iniciativas de los líderes desaparecidos, no son meras leyes pervertidas en el tiempo, sino el aliento altivo y los ánimos inconformes que renacen en la juventud, en nuevas generaciones de dolientes y pujantes de esta patria coja.

​

No puedo sino caer contemplando la convicción y la imaginación del poeta, amante, guerrero, padre y amigo que fue Pizarro. Sus misivas, a Myriam o sus hijas, son hitos de amor y de valía, son gestos irreverentes, consagrados y dulces, para lograr sonrisas o agitar masas. Ahí me identifico, en la absoluta creencia de que es virtud en el hombre un corazón ancho, compasivo y empático por los suyos y por todos los otros. Porque en el cariño por su pareja y sus amigos, estoy yo con mi anhelo por mi familia y mi amada; porque en el clamor por su nación está mi reivindicación por el territorio.

​

Este hombre no fue un profeta, pero su vida fue un evangelio. En su cabeza dimensionó las reformas pertinentes -necesarias- para la consolidación de la democracia y la construcción de un programa constitucional incluyente, progresista, social, plural, garantista de los derechos y comprometido con la libertad. Acá debo ser franco y no idolatrar, pues en medio del conflicto la guerrilla es un actor que no puede saldar indulgentemente el juicio de la historia, pero soy honesto en resaltar el rol fundamental que desempeñó la insurgencia en la promoción del Estado Social, sobretodo en un país de élites y escenarios democráticos formales, temeroso al cambio.

​

Con esto, el M-19 en su afán de preservar y acrecentar la legitimidad política, especialmente en la base popular y los sectores marginales, y en su lucha contra la pobreza y la exclusión fue, aun desgraciado en los motivos que le preceden, un acontecimiento benévolo para la historia del país.  

Carátula del libro De su puño y letra

Datos del libro

​

Autora:
Maria José Pizarro

Año:

2015

Editorial:

Penguin Random House

bottom of page